La luna te ilumina el costado mientras tumbado en la cama solo puedes sentir el frió aire que recorre tu pecho, harto de sentir, harto de volver pero muy cansado de pensar. Encerrado solo se puede sentir la baja temperatura que recorre tu habitación dejándote aislado con ese pensamiento que te empapa la nuca pero te deja secos los labios, ese pensamiento del que nadie escapa y donde parece que acaba todo, aunque es un pensamiento que te acompañará siempre, los segundos se antojan horas mientras no puedes hacer nada más que escuchar la huida de las tristes golondrinas buscando alejarse de la fría luna, te agarras la frente buscando un apoyo aunque estés tumbado y levantas la cabeza pudiendo asumir que fuera de tu sombría soledad, ni es noche, ni es invierno. M.B